EL CAUDILLO DE LAS MANOS ROJAS.
I El sol ha desaparecido tras las cimas del Habwi, y la sombra de esta
montaña envuelve con un velo de crespón a la perla de las ciudades de Orisa, a la gentil Kattak, que duerme a sus pies,
entre los bosques de canela y sicomoros, semejante a una
paloma que descansa
sobre un nido de flores.
II El día que muere y la noche que nace luchan un
momento, mientras la azulada niebla del crepúsculo tiende sus alas diáfanas
sobre los valles robando el color y las formas a los objetos, que parecen
vacilar agitados por el soplo de un espíritu

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